IES LLANES SEVILLA

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viernes, 2 de diciembre de 2016

¿Tendrán nuestras casas futuras “suelos pensantes” a prueba de terremotos?

Por Ana Caro



  Tras el último terremoto en el centro de Italia, que ha llegado hasta incluso acabar con la vida de personas y destruir muchos hogares, surgió un proyecto que trata de fabricar “suelos vivos” para acabar con estas catástrofes.
    La idea, que parte de un equipo de estudiantes de Gran Bretaña consiste en modificar genéticamente unos microbios llamados Bacillus subtitis para fabricar un bio-cemento con capacidad autoreparativa. Lo que estos jóvenes pretendían hacer inicialmente con esta idea era participar en una competición biológica.              
    En esencia, la idea del equipo de creadores del prpyecto al que dieron por nombre BacillaFilla era desarrollar un bio-cemento en el que las bacterias respondiesen a los cambios de presión produciendo una reacción que ayudase a apuntalar el suelo bajo los cimientos. 
    Para lograrlo, el equipo cultivó una bacteria intestinal común en un sustitutivo del suelo (un hidrogel con forma cilíndrica). Después, sometieron al hidrogel a presiones hasta 10 veces superiores a las que experimentan al nivel del mar.  Al estudiar a estas bacterias, identificaron 122 genes que triplicaban su actividad cuando se producía un aumento de presión. El resultado que obtuvieron fue que cuanta más presión se ejercía sobre el microbio, más intensamente brillaba.
   Durante una conferencia, el equipo de investigadores describió un programa informático capaz de predecir cómo va a reaccionar el microbio a algunas fuerzas transferidas a través del suelo bajo los cimientos de un edificio.
    Lo que planean hacer los investigadores es reemplazar el gen de la proteína que brilla intensamente con otros genes que convertirán al BacillaFilla en un bio-cemento con el que se podrán fabricar unos suelos “pensantes” capaces de mantener los edificios seguros, al dotarles de cimientos susceptibles de auto-construirse.

¿Qué pasa en tu cerebro cuando hay rebajas?

Por Ana Caro



   Comprar o no comprar, una lucha interna que tiene lugar en el cerebro cuando tenemos que tomar una decisión que afecta al bolsillo. Hasta seis regiones cerebrales se activan para decidir si compramos algo que está a buen precio o lo rechazamos, en días como black Friday.
  La “batalla” se libra entre el sistema de recompensa y el sistema de aversión a la pérdida. En este equilibrio. También están involucradas estructuras cerebrales como la amígdala, la ínsula, la corteza prefrontal medial, las cortezas cinguladas anterior y posterior, el núcleo de accumbens y el área tegmental ventral, todo con el fín de aprovechar la mejor oferta.
      El sistema de recompensa es la encargada de anticipar la satisfacción que sentiremos, está dividido en zonas racionales y otras emocionales. La racional es la corteza prefrontal que hace que en las rebajas tomemos decisiones racionales respecto al mismo producto a favor de la compra. La emocional es el núcleo de accumbens que también se ve afectada. 
   El sistema de aversión a la pérdida se relaja con el descenso de los precios, lanzando a dar el sí a la compra fácilmente.El entorno también arrastra, donde se desarrolla el “efecto manada”. Las campañas de marketing explotan este efecto y buscan que las personas compren sin dudar, lo que supone que se activa menos la zona del no comprar, concretamente la amígdala.   Además, el riesgo que tiene una persona de perder una buena oportunidad, activa la amígdala y la ínsula, las cuáles provoca un sentimiento negativo, y para evitarlo recurrimos a la compra.
    La gente joven (hasta los 30), tiene una mayor tendencia a participar en este tipo de compras, porque aún no se ha desarrollado del todo la corteza prefrontal. Por eso son más impulsivos, en cambio a partir de los 50 se reflexiona más a la hora de comprar.