IES LLANES SEVILLA

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lunes, 6 de septiembre de 2010

EL JUEGO DE ENDER

     Relato basado en la novela de Orson Scott Card ganadora de los premios Hugo y Nébula, premios mas importantes en el mundo de la ciencia-ficción.
                      
           Las enormes astronaves alienígenas vomitaban enjambres de ligeras y veloces naves de guerra. Los cazas se aproximaban a la ridículamente pequeña flota humana refugiada en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter.
            Las naves terrestres, pocas y lentas, salieron de su escondrijo y se dirigieron directo al grueso de la flota enemiga, buscando un punto desde el que parecía irradiar la actividad del enemigo.
            Mientras algunas naves hacían maniobras evasivas buscando las enormes naves-base, el pequeño escuadrón del comandante Mazer Rackham trazaba una trayectoria indirecta que le acercaba  a la nave central enemiga. Amagando hacia un lado, virando hacia otro y atacando aquí o allá, consiguió acercarse a suficiente distancia como para que sus misiles fueran efectivos.
            La explosión subsiguiente fue el fin de la invasión: todos, absolutamente todos los insectores cesaron sus acciones y quedaron sin mente, cuerpos vacíos carentes de voluntad.
            Y así el acto de genialidad de un solo hombre había obtenido, contra todo pronostico, la victoria para la humanidad. Al menos de momento…

            Cien años después, el coronel de la Flota Internacional Graff se dirigía a la puerta de la casa de los Wiggins. Su misión era reclutar al pequeño Ender, de seis años de edad.
            Ender, pues así se llamaba Andrew Wiggins a si mismo,  era el tercer hijo en un mundo en el que sólo estaba legalmente permitido tener dos. Pero los Wiggins no eran una familia normal: su matrimonio era el resultado obligado de una frenética búsqueda estadística del humano genéticamente mejor dotado para ser un genio militar.
            Su hermano mayor, Peter, había resultado ser demasiado ambicioso de poder para ser un buen líder, demasiado cruel para entender al enemigo y comprenderlo: buscaría su total destrucción a toda costa. Y esto no era bueno para ganar guerras.
            Su hermana Valentine era demasiado compasiva, excesivamente piadosa para destruir una raza, para machacar a sus generales si con eso exprimía sus habilidades.
            Ender era el tercer y último intento de la Flota para obtener un nuevo Mazer Rackham que dirigiera a la flota humana en la próxima guerra.
-Hola, Ender- dijo Graff- ¿Cómo te  va en tu primer día sin el monitor?.
Ender miró a Graff con enfado.
-Un poco mas y no lo cuento. Pero eso ya lo sabe usted, ¿no?. –inquirió con desgana- De todas formas peor le fue a Stilson.
-Si. Y eso te ha permitido aprobar tu examen final. He venido a llevarte a la Escuela de Batalla.
Peter saltó como un resorte.
-¿Andrew destroza a un chico de ocho años y aprueba, mientras que yo, que no toqué a nadie, soy demasiado malo para ustedes?,  ¿demasiado asesino?, ¿demasiado cruel, quizás?- dijo mientras se reía.
-Peter -intervino Valentine- tu no eres cruel, eres un mal bicho.
-Los bichos no patean personas, solo molestan algo. – contestó Peter con sorna.
-Creo, Peter- sentenció Graff- que esta conversación ha acabado para ti y para tu hermana. Dejadme a solas con Ender, por favor.
Valentine y Peter salieron de la habitación (éste último todavía rezongando) y Graff se dirigió directamente a Ender.
- Andrew Wiggin, sé que no querías dañar a Stilson –dijo Graff mirando fijamente a Ender- pero hiciste lo que había que hacer, lo que nosotros deseábamos que hicieras. Has  nacido para dirigirnos en una guerra por la supervivencia de la especie humana en la que no sabemos qué habrá que hacer, a qué nos enfrentaremos. Y para ello necesitamos a alguien que actué con decisión, que no se arrugue ante nada, ante nadie, Ender. Es el futuro de nuestra raza lo que está en juego.
- ¿Y un niño que le hace  a otro lo que yo fui capaz de hacer es el comandante que necesitamos?- preguntó Ender.
- Te conocemos Ender. Has llevado el monitor durante cinco largos años. Sabemos cómo piensas, como sientes, por qué haces las cosas que haces. Y sabemos  lo que ocurrió con Stilson.
Graff se acercó aún más a Ender.
- No eres un asesino. Sólo te defendiste. Digamos que te defendiste a conciencia. Pero Valentine te quiere, tus profesores te aprecian. Eres bueno, Ender, no malo.
- Te necesitamos. –añadió con vehemencia- Eres nuestra mejor opción, nuestra última oportunidad y si hay una posibilidad de que seas nuestro próximo Mazer Rackham, nuestro próximo Alejandro, tenemos la obligación de intentarlo.
- Tengo miedo, señor. –dijo Ender- Pero iré.
- Lo sé, Ender. Nosotros también. No podemos fracasar. Así que prepárate. Habla con tus padres y hermanos y despídete. Mañana salimos para la Escuela de Batalla. Temprano, Ender, muy temprano.

      La Reina Colmena sintió en su mundo natal la misma agonía que su hija, pues sus mentes siempre habían estado en contacto. Sintió la angustia, multiplicada miles de veces, cuando los insectores obreros comprendieron que el destino del misil de Maezr Rackham era la nave de su reina.
      Tendría cien años para analizar y entender lo ocurrido. Un siglo para comprender los hechos, lamentar los errores y levantar puentes de comunicación con la extraña raza que mató a su hija.  Un siglo para aprender, prepararse y evitar el desastre que sin duda llegaría, pues así lo sentía en lo mas profundo de su corazón.




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