Por María Benítez
Los tardígrados o también llamados Osos
de agua son una clase de invertebrados microscópicos pertenecientes al
reino animal que miden unos 0,5 mm.
En los últimos años se ha
investigado mucho el por qué presenta una gran resistencia a todo lo que se
ponga por delante; desde temperaturas extremas de entre 0 y 150 grados
centígrados hasta una presión 6.000 atmósferas, pasando por su facilidad para
seguir reproduciéndose en el vacío espacial.
Estos bichitos se encuentran en
musgos, helechos o incluso en el agua (ya sea de río o mar).
En un principio se pensaba que
esta resistencia se daba gracias a la adquisición de genes por transferencia
horizontal, que consiste en un proceso mediante el que se transfiere material
genético a un receptor no descendiente (es por ejemplo el motivo por el que las
bacterias presentan resistencias a los antibióticos), pero en una investigación
publicada recientemente se ha llegado a la conclusión de que esa resistencia se
debe a una proteína protectora, única en estos animales, que es expresada a
través de un gen específico.
Finalmente, el descubrimiento más
relevante es que esta proteína expresada gracias a este gen específico es
resistente a la radiación, ya que suprime un 40% del daño provocado en el ADN
celular después de la radiación sobre células humanas en el laboratorio.
Los científicos no desisten y
siguen investigando y tratando de sacar más provecho a las ventajas que ha
desarrollado esta especie.
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